Previamente, para aclarar el artículo de Rafo León, se debe tener claro que “Comida Chatarra” en inglés es “Fast Food”, es decir, comida rápida. Por ello, quien no quiere esperar, igual que en un restaurante por una comida, puede optar por ir a una pollería o sanguchería de la educación superior universitaria. A continuación el artículo de Rafo León
Existen universidades porque hay un alumnado que paga y no espera más.
"La ilusión pragmática" llama el editor de una publicación mensual de nuestro medio a la reacción de una parte importante de la opinión pública frente a la denuncia de los escuadrones de la muerte de Trujillo. Pragmática porque ante una incapacidad policial que se aprecia cómo irredimible, se acepta y hasta se aplaude la organización de comandos que limpien la basura de la sociedad. ¿Ilusión?. No sé si tanto. Es una demanda descarnada que, me da la impresión, pinta con diferentes grados de dramatismo una serie de otros temas que hoy están en el candelero. aunque parezca muy forzado, voy a tomar prestado eso de la "ilusión pragmática" para trasladarlo al tema de las universidades chatarra, que ha saltado al primer plano a raíz del escándalo de Alas Peruanas, una universidad derivada de una cooperativa de suboficiales de la FAP que gracias a ciertos hilos movidos por la mano de Montesinos, cuando este era un genuino Rey Midas, se ha transformado en la entidad de educación superior más extendida, rica, influyente y poderosa.
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Desde que Fujimori liberara el mercado de las combis y las universidades, muchas universidades nacieron cómo parte de la cultura combi y varias de las ya existentes adoptaron el estilo. Combi no sólo porque el servicio es de una calidad paupérrima y sin ninguna voluntad de mejora ni de corrección, sino porque funciona así por la simplicidad dócil de los usuarios. A pesar de los abusos intolerables a que se ven sometidos los pasajeros del transporte público peruano, nadie protesta, y si alguien lo hace, salta esa desilusión pragmática que se vocea como "si no te gusta pe bájate y paga tu taxi". Es el "caballero nomás" , que encadena tantas actividades rutinarias en las que no queda sino atracar. Estoy convencido de que las universidades chatarra comparten el mismo mecanismo perverso, ese que en México se usa cuando alguien contrata a otro, por ejemplo, para el sector público: "Tú te haces el que trabajas y yo me hago el que te pago". Las universidades chatarra, que ojo, son muchas más que Alas Peruanas -algunas llevan nombres muy pantorrilludos y afiliaciones con con entidades académicas internacionales que suenan al Stanford de Toledo- se hacen las que forman buenos profesionales entre estudiantes que se hacen los que pagan por una buena formación. En realidad, unas y otros están coludidos en una relación en la que prima la ilusión pragmática del título como llave para el éxito.
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He trabajado en una universidad tan moderna que se jactaba de no tener biblioteca porque ag!, con el internet ya fue. Jamás hubo una reunión de profesores para discutir la malla curricular o coordinar contenidos. Nuestros alumnos habían sido captados en los colegios de buena paga cuando cursaban tercero de media, y estaban formados en una arrogancia absolutamente impermeable a la crítica y, por supuesto, a la autocrítica. La única vez que la coordinadora de área me buscó fue para pedirme que en cada oportunidad en la que hablara en público por cualquier motivo, en mi presentación dijera que formaba parte del plantel de profesores de la tal universidad. Era un mundo de apariencias y fuegos artificiales en el que autoridades, profesores y alumnos vivían la ilusión de lo pragmático, el desdén por el humanismo y la reflexión, y rendían culto a la competencia como valor principal. Y ya sabemos que la competencia derivada del marketing , que es la ontología de nuestros tiempos, no solamente reporta una ablación de los escrúpulos sino, y sobre todo, una renuncia a la amplitud de pensamiento, a la suma y a la tolerancia.
