Hace poco me encontré con uno de esos pocos egresados UNI que destacan sobre los demás, pero sólo en el aspecto académico, y no en el aspecto humano. Me manifestó lo siguiente
“Ud. no está ayudando a que la universidad produzca investigación, el hacer informes de muy bajo nivel no ayuda en nada ni la universidad ni al estudiante (ya que este no es capaz de hacer un trabajo como una tesis), al final es solo un negocio.”
Le respondí que no había porqué desestimar las otras modalidades de titulación, que en realidad la UNI exige para tesis 1) investigación científica, 2) investigación aplicada y 3) proyectos de ingeniería.
También le respondí que los informes y tesis tienen el nivel de exigencia que los asesores UNI imponen a sus autores, y a los cuales yo ayudo a cumplir. Que yo no les enseñaba ninguna técnica ni ciencia, simplemente que yo los ayudaba a plasmar su conocimiento y experiencia en un documento académico-profesional; queriendo esto decir que mi labor era la de ordenar sus ideas y sapiencia para luego transmitirlas en el documento en un lenguaje sumamente profesional y didáctico. Con ello les ahorro mucho tiempo ya que no tenían que averiguar el "saber cómo".
Confirmando mis sospechas, me respondió altaneramente “¡ puede sumar mi nombre entonces (… ), modalidad tesis, aprobado con distinción !”, además de otras cosas.p>
Realmente me sorprendió que él, destacándose de entre sus compañeros, manifestara una enorme inmadurez y falta de humildad, que se ufanara de sus logros y daba la impresión de ver a sus similares cómo profesionales inferiores.
En realidad era la primera vez que conocía a un “número uno” de la UNI que miraba con desprecio a sus compañeros, y que manifestara malestar por el modo en que se titulaban. En mis años universitarios, la humildad y cordialidad de los egresados destacados hacían que se ganen el respeto y admiración de los demás; ellos decían que, al final de cuentas, profesionalmente a nadie le interesaba por que modalidad se había titulado, eso era algo que quedaba para si y sus familiares.
Pero necesitaba una respuesta a lo que se llamaba FALSO ORGULLO. Luego encontré el artículo en este enlace y que paso a reproducir (Autor: Gustavo Román Rodríguez)
Es frecuente que en la vida cotidiana tropecemos con algunos seres en cuyo comportamiento y actitudes se denota una especial condición de superioridad frente a sus congéneres, que los hace ver como de una naturaleza sobrehumana flotando sobre el resto del grupo de mortales. Estas personas, a pesar de poseer su creencia en la superioridad, no han conseguido lo que más necesitan: confianza en sí y una propia y buena estimación.
Aunque en su imaginación son semidioses, carecen de la confianza terrenal de un campesino. Las altas posiciones a que pueden ascender, la fama que los rodea, los hace arrogantes, pero no les proporciona seguridad interior; se hieren fácilmente y necesitan una confirmación incesante de su 'valor'. Se sienten importantes mientras tienen el poder y la influencia, y se ven apoyados por los elogios; pero todos estos sentimientos consoladores se acaban cuando en un medio extraño les falta dicho apoyo, cuando tienen un fracaso o cuando están solos.
Esa autoidealización constituye una tentativa de remediar el daño hecho en su infancia por padres autosuficientes, menospreciativos y desvalorizantes, o el producto de una ciega adoración por parte de padres necesitados de prestigio y de poder. Ese daño trata de remediarse elevando su mente por encima de la cruda realidad de sí y de los demás. Procuran entonces conseguir la gloria con la imaginación y, en lugar de una sólida confianza en sí mismos, sólo tienen un brillante don, de valor muy dudoso: 'el falso orgullo'.
El falso orgullo es -por comparación- insustancial, y se basa en factores enteramente distintos, que sirven de apoyo a la versión glorificada de uno mismo. El tener una novia atractiva, proceder de una familia respetable, pertenecer a un grupo profesional o social que da prestigio, ser popular, conocer gentes de importancia, tener un buen carro o una buena casa, produce reacciones normales de orgullo
Para los poseedores de falso orgullo, estos factores constituyen su centro vital: sus vidas giran en torno de ellos y ponen sus mejores -y a veces totales- energías a su servicio. Para tales personas, es absolutamente indispensable asociarse con los grupos prestigiosos o figurar en ellos. Sus perpetuos temas de conversación son los logros de sus grupos, o los logros obtenidos en el pasado o en el presente por sus familias. Son incapaces de hablar de ellos mismos porque sencillamente... no hay tema. Cualquier falla o fracaso del grupo, provoca todas las reacciones del orgullo herido. En realidad, el falso orgullo no tiene un sentimiento de hermandad o de solidaridad de grupo, sino que se vale principalmente de él, para su prestigio personal. Estos individuos no aceptan la crítica y no toleran la frustración porque se creen con derecho a todo; son incapaces de solicitar y aceptar ayuda cuando sería sensato hacerlo.
El falso orgullo trata de sostener a su poseedor en una paradisíaca y triunfal plataforma que, al derribarse, lo deja caer al infierno: el infierno de su pobre interior.
Si en una buena introspección concluimos que carecemos de falso orgullo, por este solo hecho, ¡nos debemos sentir muy orgullosos! nada nada